A 3 kms. de
Arenas. Se llega siguiendo el cauce del río Avellaneda., 250 m.antes de llegar
una cruz de piedra, señala, según la leyenda, la impronta dejada por la mano de
San Pedro, tras un alto en el camino.
Ventura Rodriguez, arquitecto real,
dibuja la iglesia. Se conservan los restos del Santo en la urna situada en el
altar. En la huerta crece un rosal sin espinas, obra milagrosa del Santo.
Alberga un interesante museo de Arte Sacro. En 1.972 fue declarado Monumento
Histórico Artístico.
Se conoce como santuario de San Pedro de Alcántara al
último convento que erigió el santo extremeño; fue en un sitio apartado del
término arenense en el que había una ermita dedicada a San Andrés del Monte
junto a la cual fray Pedro de Alcántara mandó edificar un pequeño convento para
que los frailes se dedicasen a la contemplación y a la vida de penitencia dentro
de la línea de ascetismo que él propugnaba entre los miembros de su
Orden.
Sin embargo, la pronta muerte del fundador, que ocurrió en la
Enfermería que entonces existía en Arenas, -hoy residencia de ancianos- cambió
el destino que el fraile extremeño había trazado para este convento y lo
convirtió en centro de devoción, no sólo de los naturales del Valle del Tiétar,
sino de personas de muy distinta clase social que acudían de los lugares más
apartados de España por reposar, a los pies del altar mayor, los restos del
santo y ser foco de continuos prodigios desde poco después de su muerte. Muy
especialmente empezaron a acudir a su tumba quienes habían conocido la santidad
que emanaba de su persona en vida; nos referimos a los vecinos de Arenas y su
entorno y a los de la campana de Oropesa.
En el siglo XVIII, con la ayuda de
Carlos III y sobre planos de Ventura Rodríguez, se levanta el complejo
alcantarino que ha llegado hasta nuestros días. Especial interés puso en el
trazado de la Real Capilla, edificada de nueva planta. Es de planta octogonal
con pilastras de mármol que sostienen una cornisa sobre la que descansa una
majestuosa cúpula con linterna.
Además de los cuatro ventanales de la linterna,
contribuyen a la iluminación del sacro espacio cuatro ojos de buey que, en la
parte inferior, rompen la solidez de la cúpula. Para que ésta adquiera mayor
gracia, el artista diseñó cuatro franjas de rosetones en relieve con motivos
vegetales que, si bien son simétricos en sentido decreciente, para cada uno de
ellos ideó el artista una forma distinta. La generosidad de los fieles ha
permitido una riqueza tanto en lo ornamental como en lo constructivo; destaca
una serie de columnas de mármol que soportan tanto el arco del altar principal
como la cornisa en la parte de la entrada.
En el altar mayor se
representa la apoteosis del Santo en su ascensión a los cielos. Es un magnífico
bajo relieve, también marmóreo, de grandes dimensiones (6,50 de alto por 3 de
ancho) que fue realizado por Francisco Gutiérrez en 1773. A la altura del altar
esta la urna, de pórfido, que guarda los restos de San Pedro de Alcántara que
parecen protegidos por dos grandes figuras vigilantes, de alabastro, que
simbolizan la Fe y la Esperanza.
La fe en el poder taumatúrgico del Santo ha
sido tal que desde su construcción el santuario ha sido centro de peregrinación
tanto de los nobles como de la gente sencilla; el 19 de octubre, acuden hombres,
mujeres y niños, tanto de Arenas como de los pueblos cercanos sin olvidar a
muchos que se desplazan desde La Vera y, sobre todo, de la campana de Oropesa,
donde también residió el santo; lo hacen para cantar lo loores del Santo y sacar
su estatua en procesión por el campillo. Hoy como ayer, la gente conoce sus
milagros y acude, cada día, a invocar su ayuda en las
necesidades.
Después, para conocer mejor la vida del Santo, muchos
peregrinos visitan el Museo Alcantarino en el que se guardan una serie de
documentos de muy diverso carácter relacionados con la vida y la época en la que
vivió San Pedro de Alcántara.