NOTAS
SOBRE
FOLKLORE
Y ETNOLOGÍA
y
asesoramiento musical de ÁNGEL TIRADO GARCÍA
Comarca
al sur de la sierra de Gredos, conformada con la de San Vicente, el Valle del
Tiétar se extiende de Oriente a Occidente a lo largo del río de su nombre, desde
Casillas y Santa María del Tiétar, en el límite con la provincia de Madrid,
hasta Candeleda y El Raso, tocando con la de Cáceres. Y al Mediodía, Toledo. A
todo lo largo de este valle, sin solución de continuidad con la Vera de
Plasencia, corre la carretera comarcal de Plasencia a Alcorcon, en otro
tiempo vía romana de segundo orden (véase mapa del profesor Criado del Val,
1960), y senda sin duda prehistórica. También citada por el Arcipreste
de Hita en el Libro de Buen Amor y otros autores en sus viajes y
estadías.
HABITAT
Y PAISAJE
Esta
condición de estar al Mediodía, entre sierras y beneficiado por un río principal
y sus gargantas afluentes, Ramacastañas, Arbillas, Santa María, Chilla y otras,
y numerosas fuentes y veneros, confiere a este valle del Tiétar un microclima
propio que le hace gozar de temperatura suave y salutíferos aires de
paraíso casi siempre verde todo el año, con abundancia de frutas y de productos
tempranos. Sus casas, que miran al sur, muestran una arquitectura popular
serrana con balcones enmacetados y alerones salientes, entramados de
madera y teja árabe. En los campos de cultivo y prados serranos, pueden
verse edificios rurales de singular armonía, propios para vivir las
temporadas del laboreo y cosecha, así como para albergue de ganados y
aperos de labranza.
Es
tierra de asentamientos antiguos con repoblaciones naturales, la de la
Reconquista y posteriores, incluida, probablemente, alguna de grupos
andaluces, de donde quizá le venga el remoquete de «La Andalucía de
Ávila», amén de por otras consideraciones geográficas y
medioambientales, con señas de vegetación como palmeras, naranjos, balcones
enmacetados y hortensias a pie fijo en planteles y arriates; que hasta se editó
un periódico con dicha cabecera entre los años 1891 y 1894, según cita el
arénense Faustino García Fraile en un trabajo que publica el
programa de fiestas de Arenas de San Pedro (1997) en
honor a su Virgen del Pilar de Arenas, imagen
procedente, precisamente, de Córdoba, de tiempos de la invasión árabe y
encontrada en 1054, que dice José Serrano Cabo en su Historia y Geografía de
Arenas de San Pedro y de las villas y pueblos de su partido, haciendo
referencia a «un antiguo manuscrito que se conserva religiosamente en
Arenas» (y que no hemos podido conseguir).
En
cuanto a la emigración de andaluces, de lo que en Arenas de San Pedro hay,
precisamente, un «Barrio de Triana», así rotulado, tras el río, a la salida de
la carretera de Plasencia hacia Candeleda, podría pensarse en los moriscos,
que emigraron a Castilla y a León, y llevaron nombres de sus barrios como
este de Triana y otros («El Albaicín» en Pastrana, Guadalajara) y sus
conocimientos, como el de la seda, de lo que en esta comarca hubo una
industria floreciente siglos pasados, tanto de la seda como del lino y el
cáñamo, como recoge José Serrano Cabo en su obra anteriormente citada. Tema para
una monografía, quizá.
CANCIONES
Y COSTUMBRES
Volviendo
a lo nuestro, conviene recordar la proximidad de la provincia de Madrid al
levante, la comarca de San Martín de Valdeiglesias, en cuya zona de contacto se
encuentran los Toros de Guisando, y la de Cadalso de los Vidrios, muy cantadora
y de gran riqueza folklórica. También se da con las comarcas toledanas
de Escalona y Almorox y Talavera de la Reina todo a lo largo sur del río Tiétar
hasta su paso a la provincia de Cáceres tras Candeleda. Así no es de extrañar
influencias madrileñas en el folklore del Valle del Tiétar y de éste en
aquélla;
como
las seguidillas que cierran el conjunto que con el título «Ronda de los
Pueblos de Gredos» tiene grabado «Manantial Folk» en su CD Del
Natural(1994), popular de Piedralaves y Casavieja; seguidillas castellanas
que, a mi modesto juicio, son madrileñas o tienen ese aire. Esta ronda,
que recoge Teresa Cortés Testillano y edita en una de acompañamiento a su
Cancionero Abulense en 1991 y titulada con el primer verso:
«Coronado está el cordero»; esta ronda, digo, es muestra y resumen de un día de
fiesta. Comienza con lo que parece ser restos de un romance religioso
(Coronado está el cordero/ no de perlas ni zafiros/ni de claveles ni
flores,/ sino de juncos marinos...), en tonalidades de
rondeña; le sigue la ronda de mozos con la jota que lleva letras de
galanteo (Ramito de yerbabuena,/ manita de perejil/las flores de abril y
mayo/ son parecidas a ti) y cierra con unas seguidillas cuyos cantares
son piropos (Ya no se llaman dedos/ los de tu mano,/ que se llaman
claveles/cinco en un ramo.) Son
las tres partes de los días de fiesta: la función religiosa, la ronda de calles
y el baile en la plaza.
Jotas
de ronda y rondas de albada; rondeñas, que por aquí dicen veratas
; coplas de estilo para el lucimiento y el baile bravo,
que llaman del cruzao y del uno; quedan seguidillas, algún
fandango castellano y otros bailes de corro y perseguimiento, de carnaval y
bulla. Las enramadas se echaban, y se echan (hay pueblos, como Arenas de San
Pedro y Poyales del Hoyo que están recuperando esta tradición), la noche de San
Juan, a novias, primas hermanas, amigas del grupo con el que se mocea y a
mozas a las que se pretenden (requerir de amores). Consiste en adornar la
puerta y alguna ventana o balcón con ramas verdes, frecuentemente
cargadas de frutos (cereza, albaricoque, melocotón temprano) y profusión de
flores. Luego, llevarán la ronda y hasta se bailará en la puerta. Dura,
generalmente, hasta la noche de San Pedro, coincidiendo con el pino que
ponen los quintos en la plaza o lugar tradicional (Apéndice musical III).
Es de notar la calidad y delicadeza de muchas letras, en ocasiones notable
cultismo y juegos de palabras de variada intención: religiosa, sexual,
política, como esta oída en Candeleda: Eres más hermosa, niña,/ que la nieve
no pisada,/que el perejil en el huerto/y el trébol en la cañada;
en la que se introduce una alusión sexual en el tercer verso, toda vez que
«perejil» es la palabra que alude ocultamente al vello público masculino.
Alusiones religiosas, sexuales, políticas y de otra índole que,
juntamente con formas y modos de construir estrofas y estribillos, así como
variantes y analogías, estructuras musicales y literarias de las diversas
rondas y jotas, rondeñas, cantos de Carnaval y toreras de quintos,
etcétera, hasta más de una veintena de apartados temáticos tenemos
investigados en el Cancionero Popular Comentado de la Vera y el Valle del
Jerte, que comprende más de quinientas canciones, totalmente
analizadas, y que está en propuesta de publicación en la Consejería de
Cultura de la Junta de Extremadura, con la singularidad de incluir en el
estudio a Candeleda, El Raso y Poyales del Hoyo, pudiendo ser más extensivo,
completándolo con la vuelta a los pueblos de Gredos por el Pico y valle del
río Tormes hasta el barco de Ávila y su salida natural por Tornavacas,
cerrando el ciclo con la entrada al valle del Jerte.
Creemos que estos pueblos tienen mucho en común por experiencia propia y tradición oral, sabemos de su permanente intercomunicación y problemas comunes medioambientales, de climatología, cultivos, arquitectura popular, costumbres, canciones y casamientos. Así puede verse en los pueblos veratos, epigrafiado en los dinteles de las puertas, las sucesivas migraciones de los ganaderos del Valle del Tiétar en los siglos XVIII, XIX y XX al menos. Y como, actualmente, muchos tenemos bisabuelos y abuelos de Guisando, El Arenal, San Esteban del Valle... Pero esto requeriría otro estudio de epigrafía y genealogías.
INSTRUMENTOS
Y PERCUSIONES MUSICALES
Los
instrumentos para tocar y acompañar rondas y canciones en esta
comarca, han venido evolucionando desde los primitivos pastoriles a
los del folk moderno, aunque conservándose e incluso recuperando viejas formas y
sonidos, incorporándose la guitarra acústica y el bajo eléctrico, las cajas y
los bongos en los grupos de folk y tradicionales, tanto para dar fiestas y
recitales en escenarios y plazas, como para continuar la transmisión oral
de jotas, rondas de calle, echar enramadas, villancicos, cantos de albada y
de carnaval, de toros, romances religiosos y de ciegos, de amores
contrariados y de intenciones picaras. La guitarra, el laúd, la
bandurria que vienen de vihuelas y mandolinas, el rabel y la zanfona... Aparece
en ocasiones el violín (de bastante uso en Candeleda, por ejemplo), y no faltan
la flauta de caña y el silbido, primera forma, sin duda, de imitación y
modulación del sonido más puro de pájaros y gargantas chorreras y el viento
en los álamos.
En
cuanto a percusiones, a falta en ocasiones de instrumento e
instrumentistas, guitarreros y otras más por reforzar el ritmo y la
bullanga, se acompañan los instrumentos y las voces con percusiones de las
más variadas índoles: sonajas, zambombas y almireces; calderos que se hacen
sonar batiendo el asa contra el borde o palmeándolo en vilo en posición de
agarrar; huesos entablillados que se rascan con otro o un metal,
como el asa de una cuchara; cántaros golpeados en la boca con la mano o con una
alpargata; entrechocar de tapaderas;
la
botella de anís labrada, batida a golpe de cuchara o con el lomo
sobresaliente de la hoja de acero de una navaja cerrada. Así, y mucho más;
echándole imaginación y gracia a la necesidad o al
bullicio;
como
en Candeleda, en donde los muchachos, según me cuenta Santiago Guzmán,
el «Pillo», de cuando él lo era (y ahora tiene 48 años), que eran espantados de
las rondas de mozos, pasaban las calles cantando a grito pelado y
haciendo sonar, a falta de guitarras, el palo pelado de la planta del
tabaco, rajado a media caña y golpeado con otro.
Aunque
al final, para que sirva para ampliar otras consideraciones anteriores,
como las influencias en el vestir y en la edificación, conviene señalar que esta
comarca ha venido siendo lugar de veraneo de la burguesía baja madrileña,
desde cuando la alta burguesía veraneaba en las playas de San Sebastián con
los reyes, poniéndose de moda Arenas de San Pedro, que ya tenía la impronta del
infante don Luis de Borbón y su pequeña corte desde la segunda mitad del XVIII,
con la influencia de notables y artistas como Boccherini, Goya y otros
personajes del arte y la cultura. Punto principal de las postas reales,
como puede verse en un mapa en el Museo Postal de Madrid, fechado en 1783,
luego terminal de líneas regulares de autobuses y ahora estación de líneas
que cruzan el Valle y la Vera, Ávila y Toledo. El poeta León Felipe ejerció
de boticario en La Adrada, con residencia en Piedralaves. También por este valle
paseó su melancolía Juan Ramón Jiménez y don Jacinto Benavente situó aquí
la acción de su celebrado drama La Malquerida. De Villarejo del
Valle, una de las cinco villas del Barranco, regadas por el río Rama-castañas,
era Francisca Sánchez, la mujer del poeta nicaragüense Rubén Darío cuando estaba
en España y todavía allí mantiene casa un nieto de esta unión sentimental
estable. Pero todo esto requeriría otro estudio.
Finalmente
hay que señalar cómo estas notas rápidas pueden aplicarse, en líneas generales,
a la vecina comarca de la Vera de Plasencia, sin solución de
continuidad con el Valle del Tiétar, río abajo en comunicación por Candeleda y
El Raso. Así lo considera Gabriel Azedo de la Berrueza, escritor menor del Siglo
de Oro, natural y vecino de Jarandilla de la Vera, en su Amenidades,
florestas y recreos de la provincia de la Vera Alta y Baja en la
Extremadura, que comienza en Casillas y Santa María de Tiétar, en el
nacimiento del río, llamada por aquel entonces Escarabosa. Como así dice el
escritor arénense Faustino García Fraile en un trabajo que publica en el
programa de fiestas de Arenas de San Pedro de este año, recordando que «toda
esta zona pertenecía a la villa romana de Mérida, Emérita Augusta creada
150 años a.C. (sic), y capital, por lo tanto, de todas estas comarcas al
sur de la Sierra de Gredos» y trayendo también aquí la opinión de Camilo
José Cela expresada en Judíos, moros y cristianos, de que el límite
de la Vera está en el río Ra-macastañas. ítem más, José Serrano Cabo, en su
Historia y Geografía de Arenas de San Pedro, ya mencionada anteriormente,
en el último párrafo del último capítulo se refiere a «las legítimas
aspiraciones de todos los moradores de esta VERA», así, con
mayúsculas, avalando, quizá, a Gabriel de la Berrueza; como que algunos
viejos de Candeleda me han manifestado llanamente que «nosotros también
somos veratos, pero de Ávila». Por no traer la mención del Arcipreste de Hita en
el Libro de Buen Amor. «Prados de Medellín de Cánceres, de Troxiello,/ la
Bera de Plasencia fasta Valdemo-riello,/ toda la Serranía el presto
mancebiello,/alboroco ayna e fizo grand portiello» (1962, pág. 119,
capítulo De lo que faze miércoles corvillo e en la Quaresma). Pero,
fuera de especulaciones, éste podría ser otro tema para estudiar en
profundidad. Si se quiere. Como el más reciente de la fundación de El Raso de
Candeleda.
APÉNDICE MUSICAL
III
LA
ENRAMADA
Transcripción de
Ángel Tirado García
Poyales del Hoyo
(Ávila)
Me echaste la
enramada
de peros verdes, ole,
serrana,
de peros
verdes,
déjalos que
maduren
que aquí me tienes
ole serrana,
que aquí me
tienes.
ESTRIBILLO
A cortar el
trébole,
el trébole, el
trébole,
a corta el
trébole
la noche de San
Juan,
a cortar el
trébole
los mis amores
van.
Me echaste la
enramada
de
violetas,
antes que sea
tuya
ya me
sujetan.
Me echaste la
enramada
de
jaramagos,
uno solo
sujeto,
se echan los
ramos.
Me echaste la
enramada
de
albaricoques,
ojalá me la
echases
todas las
noches.
En cada copla se
introduce ole serrana tras el segundo y cuarto versos para volverlos
a repetir después, como se aprecia en la partitura. Serrana es una expresión
popular en versos exclamativos o de repetición, que aunque canten las
mujeres se deja en femenino; esta y otras como «paloma mía», «pichona»,
«morena», «niña».
En otras versiones en
el estribillo, en lugar de los dos últimos versos, repiten los tres primeros
mudando el último como está, tos m/s amores van.
Atiéndase la
intención sexual de, al menos, las estrofas de las enramadas de los ja-ramagos y
albaricoques.
BIBLIOGRAFÍA
Azedo de la Berrueza, Gabriel: Amenidades, florestas y
recreos de la provincia de la Vera Alta
y
Baja en la Extremadura.
(Madrid, 1667). Hay una
edición
facsímil de Sevilla (1891) de la Asociación
Cultural
Amigos de la Vera (Cáceres, 1995). Cela, Camilo José: Judíos, moros y
cristianos. Madrid,
1953.
Cortés Testillano, Teresa: Cancionero Abálense. Caja de
Ahorros
de Ávila. Ávila, 1991. Criado del Val, M.: Teoría de Castilla la Nueva.
Editorial
Gredos.
Madrid, 1960. García Fraile, Faustino: «Historia de Arenas de San
Pedro»,
en el Programa de fiestas Ntra. Sra. del Pilar
de
Arenas del 15 al 21 de septiembre.
Arenas de San
Pedro,
1997. Lahorascala, Pedro, y Tirado García, Ángel: Así canta
Extremadura.
Editorial Alpuer-to. Madrid, 1989. Lahorascala, Pedro, y Tirado García, Ángel:
Cancionero
Popular
Comentado de la Vera y el Valle del Jerte.
Inédito.
Ruiz, Juan, Arcipreste de Hita: Libro de Buen Amor.
Colección
Austral; Espasa Calpe, 9.a edición. Madrid,
1962.
Serrano Cabo, José: Historia y Geografía de Arenas de
San
Pedro y de las villas y pueblos de su partido.
Caja
de Salamanca, 1989, reproducción facsímil de
la
de Ávila, 1925.